De Caminata Por La Vereda La Matica Girardota-Antioquia

De Caminata Por La Vereda La Matica Girardota-Antioquia

Vereda La Matica- Girardota- Antioquia-Paraísos de Colombia

Caminata Dominguera Por La Vereda La Matica en Girardota Antioquia

En el tercer domingo de enero de 2024, aún con las fiestas decembrinas frescas y descansando en la Finca de la familia Palacio Ortiz de mi yerno Alejandro, decidimos darnos una caminata, por la vereda la Matica Parte Alta, en Girardota Antioquia, en donde está ubicada la propiedad. Todos los que vivimos en Antioquia y quienes ya han venido, sabemos que esta tierra es de montañas, que las lomas y los descensos son monumentales, y este camino de la vereda la Matica no es la excepción.

En el Verano de Enero 

Ese día azul de verano, cálido con una deliciosa temperatura aproximada de 18° centígrados, a las 10:30 Am salimos a caminar loma arriba, Iván mi esposo, Daniela mi hija Mayor, Natalia mi hija menor y su esposo Alejandro, Carlos hermano de Alejandro, nuestros acompañantes caninos: Antonia la Golden, Gilberto el Pastor Shetland, Simón Criollo Paisa y Beethoven el Pincher más conocido como “tropeleitor” y yo Elsa, la fotógrafa y reportera de Paraísos de Colombia.

Casi Llegando al Cielo

Desde la autopista norte Medellín-Girardota son tres kilómetros de ascenso para llegar a la finca de los Palacio Ortiz, y la caminata que hicimos fueros otros tres kilómetros más arriba, entonces calculen, estábamos llegando casi al cielo. Y no es mentira, la verdad es una región muy bella, con paisajes colosales de montañas en todos los tonos verdes, el canto de las aves, el aire fresco, el colorido de las flores silvestres, los guayacanes amarillos y rosados en su máximo esplendor, son una sonata para los sentidos, una composición perfecta para el deleite del espíritu.

Los rieles serpenteando la montaña, nos abría paso a los paisajes idílicos que se nos hacían a lado y lado del camino, una casa campesina adornada con flores de muchos colores, también la finca del doctor tal, arboles frutales y alguna que otra vaquita hacía parte del escenario. Parar, respirar el aire puro, tomar un sorbo de agua y darse vuelta, para observar desde aquel mirador la grandeza de las montañas.

Los Andes

Desde allí, de esta vereda “Girardoteña”, es un placer observar a otras montañas de la cordillera central y occidental de la Andes que atraviesan Antioquia, no en vano es una de las regiones más escarpadas del mundo. Te gozas en este “mirador” con las tonalidades de monocromáticas que se extienden más allá del horizonte, algunos algodones de nubes rociando las cimas de las montañas y el cielo de verano son un verdadero espectáculo de la naturaleza.

Hicimos un ascenso rodeando la montaña, de camino de dos horas aproximadamente, y el regreso, con un descenso también de dos horas. Pasamos de largo por el "caserío" de la vereda. Familias que viven tranquilas, tienen la tienda de abarrotes para abastecer la comunidad, la escuela para los niños, la capilla, la cancha deportiva, la casa de doña Berenice donde se cose la ropa, Martica quien pinta las uñas y motila y por supuesto la cantina donde ponen música y venden licor, pero sobre todo, viven en paz.

Un buen Plan

Fueron cuatro horas de andanza, entre conversaciones, risas y paradas en los miradores para disfrutar del hermoso paisaje. Exhaustos pero felices regresamos a la finca con el apetito de un jornalero asoleado, nos esperaba un delicioso jugo natural de pura mandarina y suculento sancocho trifásico que saciaron el hambre y la sed que todos trajimos del camino.

El Premio

Mientras almorzábamos al aire libre tipo cuatro de la tarde, a lado del fogón de leña en donde se cocía el sancocho, observamos en la copa de una palmera a un pájaro carpintero de cresta roja, picoteando el capacho, quizás buscando insectos para comer. Estuvo el suficiente tiempo que nos permitió nuevamente sacar la cámara y tomarle unas buenas fotos, fue como la cereza en el pastel de este domingo de enero del 2024.

 

El día termina con el regalo del cielo, un bellísimo atardecer que bañaba la cordillera con amarillos incandescentes, como esos atardeceres que cree uno que solo se ven el mar.

Son buenos augurios para el resto de año, que esperamos contar muchas historias de Paraísos de Colombia, porque es nuestro proyecto si Dios quiere, viajar por todo el país, fotografiar, entrevistar personajes y publicar en este blog todas las historias y vivencias de nuestro recorrido.

 

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